COLUMNA: Sólo cuatro ramas manufactureras crecen.

La debilidad de la manufactura nacional se va manifestando de forma cada vez más clara conforme avanza el año. El aumento de 5.1% anualizado en el valor de las exportaciones manufactureras que se ha presentado en los primeros ocho meses de 2019 no ha sido suficiente para impedir que en el agregado, la manufactura nacional presente ya una importante contracción. De acuerdo con cifras de la Encuesta Mensual de la Industria Manufacturera (EMIM) de INEGI, en los primeros ocho meses de 2019, el valor de la producción de la industria manufacturera sumó 5.506 billones de pesos, cifra nominalmente 2.2% superior a la observada en los primeros ocho meses de 2018. Sin embargo, esto preocupa porque si tomamos en cuenta la inflación del periodo, vemos una contracción en el valor de la producción de -1.7%.

Al analizar la evolución de la industria manufacturera a nivel de rama de actividad, en el comparativo de los primeros ocho meses de 2019 respecto de los mismos meses de 2018, tenemos que solamente cuatro ramas muestran una tasa de crecimiento del valor de su producción por encima de la inflación del periodo (en paréntesis se muestra la tasa de crecimiento nominal): 1. Industria de las bebidas y del tabaco (7.5%); 2. Fabricación de equipo de transporte (7.0%); 3. Industria del papel  (5.6%); y 4. Fabricación de maquinaria y equipo (4.2%). Estas cuatro ramas de actividad representan el 46.5% del valor de la producción total de la industria manufacturera de México.

Por su parte, tenemos que hay ocho ramas de actividad que presentan incrementos nominales en su valor de producción, pero éstos están por debajo de la inflación del periodo, por lo que en términos reales se están contrayendo (en paréntesis se indica el porcentaje de aumento nominal): 1. Fabricación de accesorios, aparatos eléctricos y equipo de generación de energía eléctrica (3.4%); 2. Industria del plástico y del hule (3.4%); 3. Industria alimentaria (3.1%); 4. Industria de la madera (2.9%); 5. Fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos (1.2%); 6. Otras industrias manufactureras (0.8%); 7. Fabricación de prendas de vestir (0.7%); y 8. Fabricación de productos textiles, excepto prendas de vestir (0.7%). Cabe señalar que estas ocho ramas de actividad representan el 24.7% del valor de la producción total de la industria manufacturera nacional.

Finalmente, tenemos un grupo de nueve ramas de actividad que en el periodo de los primeros ocho meses de 2019 respecto de los mismos meses de 2018, muestran una caída nominal en su valor de producción, la cual es evidentemente exacerbada al tomar en cuenta la inflación del periodo (en paréntesis se muestra el porcentaje de disminución nominal): 1. Fabricación de muebles, colchones y persianas (-0.3%); 2. Curtido y acabado de cuero y piel, y fabricación de productos de cuero, piel y materiales sucedáneos (-1.1%); 3. Fabricación de productos a base de minerales no metálicos (-1.6%); 4. Industria química (-2.3%); 5. Fabricación de productos metálicos (-3.0%); 6. Fabricación de insumos textiles y acabado de textiles (-5.2%); 7. Industrias metálicas básicas (-6.0%); 8. Impresión e industrias conexas (-6.3%); y 9. Fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón (-14.0%). Estas nueve ramas de actividad representan el 28.7% del valor de la producción total de la industria manufacturera y son las que más problemas presentan.

De esta manera queda claro que de un total de 22 ramas de producción manufacturera, solamente cuatro presentan buenos números, y como veremos en un momento más, es básicamente por la industria automotriz (fabricación de equipo de transporte) que la caída en la manufactura no es más grave.

Ahora, en cuanto al tamaño de cada una de las ramas de actividad manufacturera, en los primeros ocho meses de 2019, tenemos lo siguiente (en paréntesis se indica el porcentaje que representa su valor de producción respecto del total): Fabricación de equipo de transporte (35.0%); Industria alimentaria (15.4%); Industria química (9.4%); Industrias metálicas básicas (7.2%); Industria de las bebidas y del tabaco (6.0%); Industria del plástico y del hule (3.9%); Fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón (3.6%); Fabricación de productos metálicos (3.3%); Fabricación de productos a base de minerales no metálicos (3.2%); Industria del papel (3.1%); Fabricación de accesorios, aparatos eléctricos y equipo de generación de energía eléctrica (2.9%); Fabricación de maquinaria y equipo (2.4%); Fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos (0.9%); Fabricación de insumos textiles y acabado de textiles (0.7%); Fabricación de prendas de vestir (0.7%); Curtido y acabado de cuero y piel, y fabricación de productos de cuero, piel y materiales sucedáneos (0.6%); Otras industrias manufactureras (0.5%); Impresión e industrias conexas (0.4%); Fabricación de muebles, colchones y persianas (0.3%); Fabricación de productos textiles, excepto prendas de vestir (0.2%); e Industria de la madera (0.2%). 

Con los anteriores datos, queda clara la importancia de la rama de Fabricación de equipo de transporte, ya que representa más de una tercera parte de todo el valor de producción de la manufactura en México. Entonces, si realizamos el ejercicio de cuál sería el desempeño de la industria manufacturera nacional sin tomar en cuenta a la industria automotriz, vemos que en el comparativo de los primeros ocho meses de 2019 respecto de los mismos meses de 2018, habría una caída nominal de -0.2%, y si tomamos en cuenta la inflación del periodo tendríamos una caída de la industria manufacturera de -4.0% en términos reales. Resulta evidente pues que la caída real de -1.7% en el valor de la manufactura nacional sería de más del doble si no tuviéramos los datos de la industria automotriz.

Todo esto nos debe llevar a la reflexión de que la ausencia de verdaderas políticas públicas por parte de la Secretaría de Economía han debilitado a la actividad manufacturera de México a lo largo de este año. Es verdad que la Secretaría de Economía recientemente presentó un decálogo de la nueva Política Industrial de México, pero en la práctica lo que ahí se dice sigue siendo solamente buenas intenciones que difícilmente revertirán, por si solas, la tendencia a la baja en la actividad económica nacional. Muestra de ello es el plan que tiene la Secretaría de Economía de bajar los aranceles a la importación de textiles, calzado y ropa originarios de naciones con las que no tenemos tratado de libre comercio y a cambio de absolutamente nada por parte de las naciones que se van a beneficiar de esta medida. Esta acción perjudicará enormemente a estos tres sectores con la importación masiva de estos productos desplazando la producción nacional, generando pérdida de empleos, y lo peor es que no se traducirá en precios más bajos para los consumidores, sólo en mayores ganancias para los importadores, los cuales se ahorraran cerca de 5 mil millones de impuestos a la importación y al valor agregado. ¿Entonces de que sirve un decálogo de política industrial cuando en la práctica se pretende tomar decisiones que dañan a la industria nacional?

La situación de la mayoría de las ramas manufactureras de México es alarmante, por lo que se vuelve indispensable que se tomen, a la brevedad, medidas concretas contundentes en favor de los sectores productivos. A continuación presento tres que se pueden implementar: 1. Revisar la política arancelaria de México, para ajustar los aranceles en función del costo-país que tenemos frente a otras naciones con las que no tenemos tratado de libre comercio; 2. Lucha frontal contra el contrabando y subvaluación de mercancías en las aduanas del país y endurecer penas para quienes realicen estos ilícitos; y 3. Dar de baja de programas que facilitan importaciones a aquellas empresas que han abusado de éstos (IMMEX, OEAs, etc.).

Al trabajar en estos tres aspectos se podría dar un respiro a varios sectores productivos nacionales, incluido el automotriz. Son acciones que se pueden hacer con voluntad política, y lo mejor de todo es que no le costaría recursos presupuestales al gobierno federal llevarlo a cabo, por el contrario, le daría una mayor recaudación tributaria. Esperemos pues que escuchen y actúen por el bien de México. 

Director General GAEAP*
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