En la actualidad estamos inmersos en un entorno globalizado con un alto grado de interdependencia, la competencia entre las naciones para atraer capital e inversión se ha vuelto cada vez más compleja. A raíz de la crisis financiera mundial del 2008-2009, los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) hacia países receptores disminuyó de forma importante, si bien estos flujos se están recuperando lo están haciendo a un ritmo lento, por lo que aún no se alcanzan los niveles previos a la crisis. En el caso de México, la atracción de capitales ha tenido un desempeño muy volátil desde inicios del 2009, sin mostrar una tendencia clara de crecimiento.
Para cualquier país es muy importante para el buen desempeño de su economía contar con un flujo de inversión de capitales extranjeros que inyecte liquidez al mercado, emprenda y financie proyectos de inversión, genere fuentes de empleo, y en general, dinamice a la economía en su conjunto.
Un país que cuenta con constantes flujos de inversión se proyecta hacia el exterior como un mercado seguro, competitivo y con factores internos trascendentales que brindan certeza a los inversionistas. México actualmente cuenta con un perfil adecuado para la atracción de inversión extranjera: estabilidad macroeconómica, marco jurídico que protege y brinda certeza a la inversión extranjera, apertura comercial, costo laborales y operativos competitivos a nivel internacional, posición estratégica que brinda acceso a los principales mercados de consumo y una infraestructura idónea para convertirse en un nodo logístico de nivel internacional.
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