Es de sentido común saber que un país acumulará riqueza en la medida en que sus gobernantes administren correctamente los ingresos. Sabemos que no se deben despilfarrar los ingresos en gasto corriente, sino que éste debe destinarse de manera primordial a la inversión productiva, educación, vivienda y salud; y esto cobra aún más relevancia cuando gran parte de los ingresos gubernamentales provienen de recursos naturales no renovables como el petróleo.
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