COLUMNA: La subvaluación del peso y el crecimiento del empleo

Para poder generar políticas públicas que sean efectivas para incentivar el crecimiento del empleo formal y de la producción, es importante conocer y medir la relación que guardan diversas variables económicas entre sí, y en esta ocasión analizaremos el impacto que ha tenido en el crecimiento del empleo formal la evolución del tipo de cambio en los últimos años

 

En la entrega de la semana pasada señalamos que para el periodo del primer trimestre de 2010 al segundo trimestre de 2017 la creación de empleos formales en México ha contribuido menos que antes para la expansión del Producto Interno Bruto (PIB). Para dicho periodo veíamos que la tasa de crecimiento trimestral promedio del PIB fue de 3.1%, mientras que la de los trabajadores asegurados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fue de 4.0%, lo que implica que por cada punto porcentual en que crece el empleo formal, la tasa del PIB crece en 0.78 por ciento.

 

Ante estos datos, mencionábamos que existe evidencia sólida en el sentido de que muchos de los “nuevos” empleos registrados realmente no son nuevos puestos de trabajo, sino que obedecen a las visitas y revisiones a las empresas por parte del IMSS con el fin de detectar que todos sus trabajadores estén dados de alta ante el instituto. 

 

No obstante lo anterior, en esta entrega, veremos que aparentemente una parte importante del impulso que ha recibido el empleo formal en México en los últimos tres años se debe a la competitividad ganada derivada de la depreciación del peso frente al dólar estadounidense. En este sentido, cabe recordar que pasamos de un dólar que promedió 12.85 pesos en 2013 a uno de 13.36 en 2014, a uno de 15.96 en 2015, a un paridad de 18.71 en 2016; y hasta una de 19.21 pesos en los primeros seis meses de 2017. Esto significa un alza del dólar de 49.4% en el periodo de 2013 a 2017

 

De acuerdo a un análisis de GAEAP, en base a diferenciales de inflación entre Estados Unidos y México acumulados de junio de 1997 a la fecha, tenemos que en el año 2013 el peso estuvo en promedio sobrevaluado frente al dólar en 8.30% y vemos que en dicho año se crearon 463,018 empleos formales; para el 2014 el peso estuvo sobrevaluado en promedio en 6.92% y se crearon 714,526 empleos formales. Cabe señalar que de manera simplificada, por sobrevaluación nos referimos a que teníamos un peso “caro”, lo que implica que en el acumulado de 1997 a 2013 y 2014, el dólar aumentó de precio menos de lo que lo hicieron el promedio de los productos que se miden en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). Esto significa que el dólar debería haber estado con un precio más alto de lo que estaba.

 

Fue a partir de 2015 que comenzamos a ver una mayor depreciación del peso mexicano, lo que nos llevó ese año a tener un peso subvaluado en 8.44% y la creación de empleos formales fue de 644,446; para el año 2016 el peso estuvo subvaluado en promedio 25.12% y vemos que ese año se crearon 732,591 empleos formales; y ahora en el promedio de los primeros seis meses de 2017 vemos un peso subvaluado en 24.65% y vemos que al mes de junio el crecimiento anualizado en los trabajadores asegurados es de 807,987 personas, la cifra más alta de la historia. Por peso subvaluado, debemos entender que en el acumulado de 1997 a 2015, 2016 y 2017, el dólar aumentó de precio más de lo que lo hicieron el resto de los bienes y servicios que se miden en el INPC. Esto significa que el dólar debería haber estado más barato de lo que estaba. 

 

Ante estos datos, queda claro que existe una aparente relación entre la sobre/sub valuación del peso y el número de trabajadores formales que se crean y se registran ante el IMSS. De hecho, al calcular el correspondiente coeficiente de correlación para este pequeño grupo de datos, vemos que éste fue negativo en 0.62, lo que muestra que para el periodo analizado, a mayor porcentaje de subvaluación del peso, el crecimiento del empleo formal en términos absolutos es más alto. 

 

¿A qué se debe este fenómeno? Pues existen diversas explicaciones, de las cuales destaca la desaceleración y eventual freno a las importaciones registrado en el periodo de 2012 a 2016. De acuerdo a cifras del INEGI, el valor de las importaciones de México aumentó 5.7% en 2012, mientras que en 2013 creció 2.8% y en 2014 se elevó 4.9%. Tras la fuerte depreciación del peso, en 2015 el valor de las importaciones cayó 1.2% y en 2016 retrocedió 2.1%. Esto en un contexto en el que la industria manufacturera en Estados Unidos, de la cual somos un importante proveedor, mostraba una enorme debilidad. Sin embargo, el alza del dólar, que inhibió las compras del exterior hechas por México, permitió un cierto grado de sustitución de importaciones por producción nacional, lo que incentivó el crecimiento de varios sectores de la planta productiva nacional.  

 

Cabe señalar que con cifras acumuladas al primer semestre de 2017, las importaciones muestran un incremento anualizado de 7.8%, el cual se debe al aumento en importaciones petroleras y a las de bienes intermedios. Habrá que esperar a ver lo que sucede con el tipo de cambio y el monto de las importaciones en lo que resta del año, pero de continuar esta tendencia es posible que veamos que la tasa de crecimiento del empleo formal y de la producción en México comience a desacelerarse. 

 

Otro factor que ha contribuido al crecimiento del empleo formal, derivado de la depreciación del peso es lo que ha sucedido con el turismo nacional e internacional, ya que en la medida en que el peso ha perdido valor, más turistas nacionales se quedan en México a vacacionar, además de que nos volvemos más atractivos para los turistas extranjeros.

 

De acuerdo a cifras del INEGI; en el año 2012 México recibió 23.402 millones de turistas extranjeros y en 2013 fueron 24.150 millones, lo que significó un incremento de 3.2%. En 2014, cuando tuvimos un dólar promedio en 13.36 pesos los turistas extranjeros fueron 29.345 millones, en 2015 con un dólar promedio en 15.96 pesos fueron 32.093 millones y en 2016 con un dólar en 18.71 pesos fueron 34.960 millones de turistas extranjeros. De esta manera, entre el año 2013 y el 2016 el número de turistas extranjeros creció 44.8% a la par que el dólar subió 45.5%, lo cual denota una innegable correlación. 

 

Lo mismo sucedió con los turistas nacionales, y muestra de ello es que de acuerdo con datos de la Secretaría de Turismo, el porcentaje de ocupación hotelera promedio a nivel nacional pasó de 57.1% en 2014 a 59.6% en 2015 a 60.3% en 2016; esto no obstante que la oferta de cuartos de hotel a nivel nacional se ha incrementado de manera considerable en los últimos años. 

 

Dadas las cifras que aquí se presentan, queda claro que el existe una relación entre el alza del dólar y el crecimiento del empleo. Esto implica que no obstante los problemas inflacionarios ocasionados por la depreciación del peso, éste al parecer ha traído diversos beneficios a la economía nacional en términos de su crecimiento. 

 

Hasta ahora todo parece indicar que en 2017 tendremos en promedio un dólar más abajo del observado en 2016, por lo que es posible que veamos una desaceleración en el ritmo de crecimiento del PIB y del empleo formal en el tercer y cuarto trimestres de este año. Ante este riesgo, es importante que conservemos un tipo de cambio competitivo que nos permita continuar sustituyendo importaciones e incentivando el sector turismo, en beneficio del empleo y de la producción.

 

Dada esta situación, y los problemas ya ocasionados en sectores como el de la venta de automóviles (cayeron 7.3% anualizado en julio de este año) y desarrolladores de vivienda, es importante que el Banco de México frene el alza en su tasa de interés objetivo y de ser posible que sea a partir de este mismo año que comience a disminuirla. Con una tasa de interés más baja podremos mantener un dólar en niveles por encima de los 18 pesos en beneficio de México.  

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