COLUMNA: El CPTPP es una bomba de tiempo.

El pasado 24 de enero, 11 países de la Cuenca del Pacífico alcanzaron un acuerdo para firmar un resucitado Tratado Transpacífico (TPP), pero ahora con el nombre de Acuerdo Global y Progresivo para la Asociación Transpacífico (CPTPP por sus siglas en inglés). Este enorme tratado comercial, TPP, había sido casi olvidado después de que el año pasado, el presidente estadounidense Donald Trump, retiró a su país del mismo haciendo mención a preocupaciones por una eventual pérdida de empleos.

El CPTPP está programado para ser firmado el próximo 8 de marzo en Santiago, Chile, y no obstante lo anterior, el texto de este acuerdo apenas fue dado a conocer el pasado 21 de febrero a nivel mundial. De este texto revisado se desprende que no hay cambios en materia de reglas de origen (la determinación del porcentaje de contenido regional que un bien debe tener para gozar de preferencia arancelaria) y acceso a mercado (el periodo de desgravación o disminución de los aranceles).

Sin embargo, Patricia Ranald, de la Red Australiana de Libre Comercio e Inversión (AFTINET por sus siglas en inglés) ha señalado que en la nueva versión del acuerdo, hay nuevas disposiciones entre Vietnam y los otros países que debilitan las obligaciones en materia de derechos laborales. Ranald ha calificado al CPTPP como “un lío de acuerdos separados improvisados para resolver problemas planteados por Canadá y otros”. Esto es secundado por Steve Ciobo, Ministro de Comercio e Inversión de Australia, quien ha señalado que el CPTPP está conformado por 18 tratados de libre comercio.

El CPTPP también incluye nuevas disposiciones entre Canadá y los otros países en temas culturales, y nuevas disposiciones para el acceso de la industria automotriz entre Canadá, Japón, Malasia y Australia.

Por su parte, existen otras 20 disposiciones, que habían sido impulsadas por los Estados Unidos que han sido suspendidas en tanto dicho país no regrese al acuerdo. Entre éstas están muchas de las disposiciones más perjudiciales del acuerdo, tales como derechos de propiedad intelectual más estrictos para las corporaciones, las cuales habían sido aceptadas en su momento por los demás países como condición para ganar acceso al mercado estadounidense.

Sin embargo, este tema de la “suspensión” de las provisiones controversiales del CPTPP no es garantía de que éstas entren en efecto hasta que Estados Unidos se incorpore al acuerdo, ya que el artículo 2 del CPTPP señala que las suspensiones aplicaran “hasta que las partes estén de acuerdo en terminar la suspensión”. En otras palabras, nada fue realmente removido del TPP en el CPTPP.

A este respecto Jack Burton de Open Source Industry Australia (OSIA) ha dicho que el CPTPP es “una bomba de tiempo” porque “nadie tiene idea de sí y cuando estas suspensiones serán reinstaladas. Si éstas algún día son reinstaladas tendremos una situación tan mala como si el TPP original hubiera entrado en efecto. Mientras tanto, tenemos algo aún peor: dos terceras partes de las restricciones originales propuestas del TPP relacionadas a anti-comercio y anti-innovación, además de una total incertidumbre sobre sí y cuando la otra tercera parte pueda ser resucitada”. En la industria, la incertidumbre arbitraria tiende a desmotivar el comercio de largo plazo y la inversión.

Aunado a lo anterior, la secrecía en las negociaciones ha sido denunciada por grupos de activistas anti-TPP desde el principio, y con el CPTPP no fue la excepción. Se dice que los gobiernos sólo dan a conocer información positiva sobre posible acceso a mercado generado por el acuerdo, pero el texto completo con los cambios no había estado disponible para el escrutinio público, sino a partir del 21 de febrero, 15 días antes de su firma.

Dado lo anterior, varios grupos de los países miembros del CPTPP (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Singapur, Perú y Vietnam) están solicitándole a sus cuerpos legislativos que realicen una valoración independiente del acuerdo, así como de sus costos verdaderos.  Se han hecho llamados para que economistas independientes realicen modelos para determinar los impactos en cada país, dado que no se sabe cuántos empleos se crearán y se eliminaran con este acuerdo comercial; y es que hay un enorme riesgo de que se sacrificarán muchos empleos y la soberanía nacional en favor de las ganancias de las corporaciones multinacionales.

Ged Kearny, presidente del Consejo Australiano de Sindicatos Comerciales (ACTU) ha dicho que “los acuerdos comerciales como este son muestra del fallado experimento neoliberal que nos ha dejado con salarios estancados y la mayor inequidad de los últimos 70 años”.

Y como no va a ser así, si teniendo a Vietnam en el CPTPP estamos hablando de que habrá importaciones masivas por parte de México en sectores como textil, vestido y calzado (por mencionar sólo algunos), los cuales serán fabricados con materias primas baratas de China y serán ensambladas con mano de obra aún más barata de Vietnam. Es por esto que México debería abandonar la intensión de firmar el CPTPP y debería mejor enfocarse en implementar políticas públicas que mejoren los sueldos de los trabajadores mexicanos. ¿Cómo piensan que van a subir los sueldos en México enfrentando la competencia desleal por parte de países como Vietnam? De acuerdo al propio gobierno de Vietnam, el salario promedio en dicha nación es de 150 dólares al mes (https://www.vietnamonline.com/az/average-salary.html), lo cual equivale a 2,780 pesos, menos de la mitad de lo que es el salario promedio en México. Si a esto le agregamos que Vietnam sigue sin ser una economía de mercado, pues ya nos podemos imaginar lo que sucederá en México con nuestra planta productiva cuando las importaciones desde dicho país aceleren su tasa de crecimiento.

Pero para terminar de complicar las cosas, el CPTPP aun contiene los peores elementos del TPP original como lo son las disposiciones para la resolución de controversias inversionista-estado (ISDS), las cuales le dan a las corporaciones el derecho a demandar a los gobiernos en tribunales especiales si ocurre un cambio en las leyes que les merme sus utilidades. Respecto a este asunto, la Comisión de las Naciones Unidas sobre Leyes de Comercio Internacional sostuvo reuniones el pasado noviembre para discutir sus preocupaciones respecto a ISDS y entre éstas estaban: el costo y duración de las disputas, el tema de las corporaciones que no pagan los costos si se falla en su contra, reclamos frívolos por parte de inversionistas, fallos inconsistentes, y falta de transparencia e imparcialidad de los árbitros.

Dado todo lo anterior y la obsolescencia de las reglas de origen ante la ausencia de Estados Unidos en el acuerdo, aunado a la enorme secrecía con la que se continuó el proceso de negociación del CPTPP, es que es fundamental que la Secretaría de Economía de México convoque a los sectores productivos a presentar los análisis de sus sensibilidades y sobre cómo les afectará de manera negativa el CPTPP.

En caso de que la Secretaría de Economía quiera justificar que no hará consultas porque ya se realizaron hace más de un año en el seno del Senado de la República, cuando se discutía el TPP, pues entonces se debe solicitar a los Senadores que actúen con responsabilidad y no aprueben un tratado comercial que será dañino para México; además de que debe quedar muy claro que no es lo mismo el TPP que el CPTPP, y por lo tanto se debe volver a escuchar a los sectores productivos en sus inquietudes ante la ausencia de Estados Unidos en este nuevo tratado comercial.

El ignorar esto por parte de la Secretaría de Economía y del Senado de la República tendrá importantes repercusiones en el proceso electoral mexicano, por la gigantesca molestia que se ocasionará en los sectores productivos nacionales. Es así que se debe explicar claramente primero que gana México con el CPTPP antes de cualquier aprobación, aunque ya sabemos que será muy difícil que encuentren alguna justificación técnica real.

 

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