COLUMNA: Los riesgos de cerrar apresuradamente la renegociación del TLCAN.

Para diversos analistas, el gran esfuerzo que se realizó para tener un “acuerdo en principio” respecto a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) antes del 1 de mayo, no será suficiente, no obstante que se lograron avances sustanciales en varios temas. Se ha informado a la opinión pública que los ministros de los tres países que conforman el acuerdo comercial no se volverán a reunir sino hasta después de que el Representante Comercial de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, regrese de su viaje a China.

El Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, ha dicho que los ministros se volverán a reunir hasta el 7 de mayo; mientras que la Ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, ha dicho que no habrá un acuerdo sino hasta que se dé la siguiente reunión ministerial. Esto no obstante que las negociaciones técnicas por parte de funcionarios de menor nivel continuarán hasta entonces. ¿Es posible el anuncio de un “acuerdo en principio” para el día 7 de mayo? Antes de contestar esa pregunta, quiero hacer algunas consideraciones.

De acuerdo a diversos analistas, como Laura Dawson de The Globe and Mail de Canadá, no obstante el enorme esfuerzo que se ha realizado por parte de los negociadores, es difícil entender cómo es que los tres países pudieran concluir un texto legal sustancial en tan sólo unas semanas o días. De acuerdo a diversos reportes, el volumen de texto legal pendiente que enfrentan los negociadores requerirá de al menos nueve meses de negociaciones bajo circunstancias normales. Inclusive con reuniones técnicas permanentes, cada uno de los equipos negociadores está obligado a regresar a su país para realizar consultas respecto a las nuevas propuestas. Si se hacen las cosas bien, este tipo de comunicación y construcción de consensos lleva tiempo.

Es así que el escenario de un acuerdo completo y sustancial, realistamente está fuera de alcance en el corto plazo, los Estados Unidos están sugiriendo un “acuerdo en principio” (¿un acuerdo de que estamos de acuerdo?) para amarrar a los tres países durante las elecciones; es decir, ya nos pusimos de acuerdo en lo sustancial y “nadie se puede rajar”.

Estos son los factores que favorecen un “acuerdo en principio”:

1. Las prolongadas negociaciones del TLCAN 2.0 y la política comercial relacionada están enfriando las decisiones de inversión y la producción en Norteamérica, y México y Canadá han sido los más afectados. Un acuerdo rápido podría restaurar la confianza;

2. El equipo negociador de los Estados Unidos tiene una capacidad limitada para librar múltiples batallas de manera simultánea. Siendo la renegociación del TLCAN menos importante que la disputa comercial con China, los Estados Unidos podrían estar dispuestos a ceder algunas concesiones en aras de avanzar en otros temas más relevantes;

3. Se espera que la Cámara de Representantes será controlada por los Demócratas después de las elecciones de noviembre. Es probable que los Demócratas no se opongan un acuerdo en el TLCAN pero el mandato específico que se le dio a Robert Lighthizer seguramente cambiaría, dando mayor prioridad a temas laborales y ambientales, por ejemplo.

Ahora, estos son los factores que favorecen negociaciones prolongadas:

1. México y Canadá han dicho que no aceptarán un TLCAN que sea más débil que el que existe actualmente. El aceptar un acuerdo antes de que los temas complicados sean resueltos disminuirá la capacidad de México y Canadá de presionar, renunciando al derecho de retirarse de las negociaciones porteriormente;

2.  Andrés Manuel López Obrador ha hecho una campaña basada en el nacionalismo económico y con un sentimiento anti-Trump. Si él se convierte en el próximo presidente de México, ¿aceptará un acuerdo percibido como que se negoció sobre las rodillas y se cerró apresuradamente al final con varios temas aún sin resolverse con el debido consenso con los industriales del país?

3. El presidente Trump ha tomado una línea dura respecto al comercio, pero las presiones por parte de la industria y los agricultores, parece que han provocado que modere su posición respecto al TLCAN, y ahora en lugar de buscar terminar el acuerdo habla de negociarlo, bajo esta óptica ¿Cuál es la prisa?

No cabe duda que las discusiones aceleradas de las últimas tres semanas han generado progreso real en las negociaciones, ¿pero es suficiente que los tres países estén dispuestos a llegar a un acuerdo exitoso antes de que los detalles se hayan resuelto? Como dijo el arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe: “el diablo está en los detalles”. Recientemente México anunció que había llegado a un “acuerdo en principio” en la renegociación del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea (TLCUEM), pero esas negociaciones estaban sustancialmente más completas antes de que el anuncio se hubiera hecho. Para que un “acuerdo en principio” en el TLCAN tenga sentido, las negociaciones deberían estar más cercanas a la línea de meta.

En este contexto, es pertinente mencionar que el que se haya prolongado el “acuerdo en principio” en el TLCAN, tiene nerviosos a varios analistas, ya que la Administración Trump había amenazado con imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio provenientes de México y Canadá a partir del 1 de mayo si considera que no se ha logrado suficiente progreso en las negociaciones del TLCAN. Hasta este momento no ha quedado claro si dicho plazo también se ha pospuesto. Esta es una decisión del presidente Donald Trump de la que nos informaremos en los próximos días.

Ahora, volviendo a los temas complicados que aún no se han podido cerrar en la negociación, quiero aprovechar para comentar en este espacio únicamente tres: 1. las reglas de origen en el sector automotriz, 2. la solicitud de los Estados Unidos de incrementar la franquicia libre de arancel para las importaciones vía empresas de mensajería y paquetería a 800 dólares (conocido como de minimis), y 3. resolver si se elimina el Capítulo XIX de resolución de controversias.

Respecto al tema automotriz, subsiste la pregunta de cuanto contenido de un vehículo deberá ser abastecido en la región del TLCAN para que obtenga preferencias arancelarias, este continúa siendo uno de los temas más difíciles de resolver. Los negociadores de Estados Unidos en un principio demandaban aumentar el porcentaje de contenido regional a 85% desde el actual 62.5%. Los directivos de la industria han dicho que este porcentaje ha sido disminuido a 75%, y contemplando que la producción de ciertos componentes específicos sea llevada a cabo en lugares donde se pagan mayores sueldos, lo que constituye una demanda que busca preservar la manufactura en los Estados Unidos y Canadá y presionar a México para aumentar sueldos en la industria automotriz. Ha trascendido que el receso en las negociaciones servirá para que el equipo negociador de México pueda realizar consultas con los ejecutivos de la industria automotriz nacional.

En cuanto al tema de minimis, varios sectores industriales, así como el comercio establecido, se han pronunciado en contra de que en México se aumente la franquicia para la importación de productos desde cualquier parte del mundo, libre de arancel e IVA, de los actuales 50 dólares (300 dólares en el caso del Servicio Postal Mexicano) a 800 dólares. El sector industrial ha señalado que de aceptarse esta medida en el TLCAN, esto sería fuente de competencia desleal para empresas establecidas en el país ya que éstas tienen que pagar el arancel e IVA correspondiente al internarse mercancía vía otro medio de transporte, se daría un incremento de mercancía procedente de países ajenos al TLCAN sin pagar arancel e IVA, y se utilizaría esta franquicia para evadir el cumplimiento de disposiciones establecidas en el TLCAN (reglas de origen, procedimientos aduaneros, normas de etiquetado, entre otras).

Finalmente, en cuanto al deseo de Estados Unidos de eliminar el Capítulo XIX, es inaceptable que se quiera desaparecer dado que este capítulo es un mecanismo jurídico único en el mundo en donde las decisiones de los gobiernos en materia de prácticas desleales de comercio internacional pueden ser cuestionadas de manera efectiva, es decir, un grupo de expertos analiza si una resolución antidumping o anti subvenciones se apegó a la legislación nacional e internacional. A diferencia de los paneles de la OMC, puede ser solicitado por los particulares y uno de sus efectos, en caso de proceder, es la devolver las cuotas compensatorias pagadas; mientras en la OMC sólo pueden participar los gobiernos y su único efecto es revocar la cuota compensatoria pero no se genera la devolución de las cuotas compensatorias ya pagadas.

Sabemos que en este aspecto, Estados Unidos se ha mantenido inflexible en su posición, y desde luego que existe el riesgo, al igual que con el tema de minimis, que el gobierno mexicano, en aras de tener el “acuerdo en principio” acabe cediendo en estos temas en perjuicio de la planta productiva y el comercio formal en el país.  

Para no extenderme más, sólo cerraría comentando que la opción del “acuerdo en principio” sólo vale la pena que sea considerada si se piensa que los temas más importantes han sido resueltos de manera satisfactoria para las partes, y por lo que vemos este no es el caso para México. No se puede permitir, que en aras de que la Secretaría de Economía se cuelgue una estrellita, se vaya a perjudicar de manera importante a la economía de México. Cuando comenzaron las negociaciones se nos dijo que se buscaría salvaguardar los intereses de México y que había líneas rojas que no se deberían cruzar, pues esperemos que sigan con esa mentalidad, porque en los hechos parece que están cediendo en contra de lo que le conviene al país.

 

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