COLUMNA: El mayor error: haber cerrado la economía.

En México estamos próximos a regresar poco a poco a la actividad productiva, a partir del 1 de junio, pero un profundo daño se ha ocasionado a la economía de las personas y las empresas, y lo que es peor es que pese a los enormes sacrificios, el Coronavirus aquí sigue. Desde el punto de vista de salud estos dos meses de encierro sólo retrasaron la propagación del virus, pero la enfermedad no ha sido vencida, y al contrario, la probabilidad de enfermarse es mucho mayor ahora que cuando se acordó cerrar toda actividad económica que no sea considerada “esencial”. Todos sabemos que la enfermedad no está domada y que ni siquiera estamos cerca de llegar a la meseta de la curva de contagios.

¿Pero porque nos encerraron? Desde el punto de vista de varios analistas, las ideas que funcionan se hacen virales y en este sentido, parece que el mundo quiso copiar el caso de la ciudad de Wuhan, en donde el encierro resultó exitoso para frenar la enfermedad en China. Las decisiones de cerrar la economía fueron adoptadas en países europeos y luego en Estados Unidos. México no fue la excepción y nos acabaron mandando a casi todos a nuestras casas, sin importar la circunstancia particular en cuanto a número de casos que había en cada región del país.

La evidencia muestra que estos dos meses de encierro no han frenado la epidemia en México, pero si han traído terribles consecuencias para nuestra economía. De acuerdo con el Banco de México, en un escenario económico tipo U profunda, este año el Producto Interno Bruto (PIB) caerá -8.3% y en el 2021 retrocederá otro -0.5%. El hablar de una caída del PIB de esta magnitud no hace mucho sentido, hasta que le ponemos número al impacto en el empleo, y de acuerdo con el propio banco central, se espera que este año se pierdan entre 800 mil y 1.4 millones de empleos registrados en el IMSS y para el 2021 se espera que se recuperen un máximo de 400 mil o que se pierdan otros 200 mil. Sea como sea, el cierre de la actividad económica en México ocasionará un retroceso de la actividad económica de varios años, ya que en el mejor de los casos, será en el 2022 o 2023 cuando recuperemos los niveles de actividad económica observados en 2019. Además de que hay estimaciones por parte del Dr. José Luis de la Cruz, Presidente de la Comisión de Estudios Económicos de CONCAMIN en el sentido de que si el PIB cae por encima de -6.0% en 2020 en el corto plazo la pobreza aumentará entre 3.0 y 3.5 millones de personas, mientras que en el mediano plazo, dicho aumento sería de 5 millones de personas.

Estas duras cifras parecen no importarles a muchos y desafortunadamente los argumentos respecto de la utilidad del cierre de la economía se han convertido en una simple decisión binaria y simplista: salud versus economía. Si te colocas a la izquierda, valoras la salud sobre el dinero, y por lo tanto apoyas el cierre de la economía, lo cual ha demostrado ser un terrible error.

El falso debate de "salud versus economía" ignora lo desastroso que ha sido el cierre de la actividad económica para las micro, pequeñas y medianas empresas, para las personas que en ellas trabajan, así como para las clases medias en México. A pesar de la retórica sobre un dizque "sacrificio compartido", la capacidad de autoaislamiento está ampliamente correlacionado con los ingresos que mantuvo cada familia, así como con los ahorros que mantenía. Esta pandemia muestra una radiografía que expone las desigualdades de nuestra sociedad. Vemos las redes sociales saturadas de mensajes de “gente acomodada” o que le mantuvieron su pago haciendo trabajo en casa, criticando que haya personas en las calles, mercados o tianguis, cuando resulta imposible que estas personas se guarden cuando viven al día o no tienen el dinero para ir a comprar su despensa al Walmart.

El caso en contra del cierre de la economía

Lyman Stone, un investigador del American Enterprise Institute, vive en Hong Kong y se pregunta si la mayor parte del mundo recurrió a sacar un gran mazo para derrotar a COVID-19 cuando unos pocos golpes de martillo, bien colocados, habrían hecho el trabajo y evitarían mucho del daño colateral. De acuerdo con Stone, el cierre de la economía no agrega mucho después de haber tomado otras medidas de distanciamiento social, y para ello tenemos el caso de Hong Kong, donde las escuelas han cerrado, muchos hacen trabajo en casa, pero los restaurantes y centros comerciales siguen en operación y repletos de gente.

En México se cerró buena parte de la actividad económica y tenemos 87,512 contagios y 9,779 muertes de Covid-19, mientras que en Hong Kong, con una población  de 7.5 millones de personas, registra apenas 4 muertes. ¿A qué se debe esto? Pues a que Hong Kong registró aproximadamente dos quintas partes de las muertes de SARS en 2003, por lo que la gente usa cubrebocas al tener el menor signo de resfriado o enfermedad, además de tomar estrictas medidas de distanciamiento social cuando se informa de algún nuevo brote epidemiológico. Un estudio publicado el 17 de abril en la revista médica The Lancet encuestó a las personas sobre cómo se estaban adaptando al brote de COVID-19 y descubrió que el 85% evitaba los lugares públicos de forma voluntaria y casi el 99% llevaba cubrebocas en el exterior.

"Al implementar rápidamente medidas de salud pública, Hong Kong ha demostrado que la transmisión de COVID-19 puede ser efectivamente contenida, sin recurrir al cierre completo de la actividad económica, altamente disruptivo adoptado por China, los Estados Unidos y los países de Europa occidental", dijo Benjamin Cowling, profesor del Universidad de Hong Kong.

En este sentido, el empresario veterano irlandés, de 83 años de edad, Michael Smurfit, se ha sumado a las voces que critican la decisión de los gobiernos de casi todo el mundo de haber cerrado sus economías en respuesta a la pandemia de COVID-19. En una entrevista con la publicación Inside Business, el señor Smurfit dijo: “Mi propio punto de vista es que los historiadores verán esta etapa de cierre económico como un error muy grave. Debería haber habido un bloqueo parcial para las personas mayores y las personas con síntomas subyacentes, entre otras medidas. Pero el haber cerrado la economía de poblaciones enteras…..nunca antes había sucedido. Destruye la economía, destruye empleos y los efectos negativos de esto durarán por muchos años.”

Y agregó: “No hemos visto el final de esto de ninguna manera: los resultados del bloqueo, el haber mantenido en tierra a los aviones y cruceros y todo lo demás. Va a ser un momento muy difícil por delante, me temo…Muchas personas dependen de su pago semanal o mensual. Si les quitas eso durante unos meses, esto tendrá un enorme efecto en la economía. Es un efecto horrendo. Cuanto más rápido lleguemos a abrir la economía, será mejor desde mi punto de vista”.

¿Cómo se reactivará la economía?

Como señalé al inicio, varios estados de México regresan a la actividad económica a partir del 1 de junio a través de mecanismos propios en función de un “semáforo estatal”. Ahora resulta claro que así es como se debió haber restringido la actividad económica cuando este problema apenas comenzaba: a través de un semáforo por entidad federativa, que fuera limitando ciertas actividades productivas, pero no de la manera que se hizo en la que mandaron a todos los colaboradores de las empresas no esenciales a su casa, independientemente de que estuvieran en una ciudad con pocos o muchos contagiados de COVID-19.

El regreso a la actividad será paulatino y los consumidores están asustados por todas las historias de terror que se presentaban en los medios de comunicación y en redes sociales todos los días, por lo que esto llevará mucho tiempo en comenzar a componerse. Las historias de gente joven que moría por COVID-19 fueron ampliamente divulgadas y viralizadas para que nadie se confiara y se mantuvieran en casa, no obstante, el porcentaje de gente joven que ha muerto por COVID-19 es muy baja. En Corea del Sur, China, Italia y España el porcentaje de personas de 40 a 49 años que contraen la enfermedad y mueren de ésta es de 0.4% y para los grupos de edad más jóvenes el porcentaje es aún más bajo (https://ourworldindata.org/mortality-risk-covid#case-fatality-rate-of-covid-19-by-age).

El remediar el daño económico causado por los políticos de todo el mundo que decidieron cerrar la economía será el reto más importante que habremos de enfrentar. En el caso de México vemos que transformamos nuestro problema económico de tener una economía que no crecía por limitaciones de la demanda agregada a una que ya no crece por limitaciones de oferta agregada, lo que entonces implica un doble problema.

Como ya lo dije, la enfermedad sigue presente (ahora más que antes) y es bastante difícil predecir con precisión cómo se desarrollará el escenario futuro, tanto a nivel nacional como internacional. Esto se debe al hecho de que nadie está seguro de cuándo se encontrará una cura, ya sea en forma de terapia o vacuna, o si la población desarrollará inmunidad colectiva. Investigadores de diferentes partes del mundo han proporcionado diferentes estimaciones de la línea de tiempo para llegar al final de la crisis y éstas se extienden por hasta dos años. Incluso si se encuentra una cura en el futuro, algunas de las economías, para entonces, se parecerían más a naciones devastadas por la guerra, dado que los  esfuerzos de “reconstrucción” a través de estímulos a la demanda o la oferta pueden operar muy lentamente.

Desde el punto de vista de la demanda agregada, el restablecimiento de la “nueva normalidad” requerirá recuperar la confianza del consumidor y la eliminación de la incertidumbre de sus flujos de ingresos. A este respecto, en la semana que recién concluye se informó que en México, en abril el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC-ETCO) registró un balance de apenas 32.2 puntos, mismo que señala una percepción desfavorable de los consumidores. Este nivel al compararlo con el dato procedente de la Encuesta Nacional de Confianza del Consumidor tradicional para el mes de marzo (42.1), resulta 9.9 puntos más bajo. Si se compara con el dato relativo al mismo mes de abril, pero de 2019 (45.5), el ICC-ETCO 2020 es 13.3 puntos menor.

Por el lado de la oferta, los productores enfrentan problemas simultáneos al asegurarse de que sus trabajadores lleguen sanos al centro de trabajo y además haya un aseguramiento de insumos para producir, además de lidiar con la falta de confianza del consumidor. Sumado a esto, en un contexto de no tener ingresos o que estos sean muy limitados, cerca del 95% de los negocios enfrentan problemas por tener que hacer frente a pagos fijos (nómina, servicios, cuotas, renta, entre otros).

Finalmente, a medida que el cierre de la actividad económica se relaja gradualmente, la propagación del virus seguramente va a aumentar, lo que podría traer nuevos cierres, interrupciones e incertidumbre a la economía. Como resultado, incluso la estructura de la economía en términos de participación de cada sector económico en la producción de varios sectores puede cambiar.

A manera de conclusión, sólo queda señalar que el profundo daño económico está hecho y depende de todos nosotros que no se extienda más, para lo que se requiere actuar con responsabilidad. Por responsabilidad me refiero a que se cuente con las medidas de salud en los centros de trabajo, que se mantenga el uso de cubrebocas y sana distancia, que compremos productos hechos en México, que nos alimentemos bien y nos expongamos a los rayos del sol 15 minutos al día, que los dueños de las grandes cadenas comerciales le paguen a los fabricantes por la mercancía que ya les entregaron, que los importadores no traigan productos subvaluados, entre muchas cosas más. Se va a requerir de un gran esfuerzo conjunto y como sociedad podremos organizarnos para resucitar nuestra economía. 

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com  

 

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