MÉXICO: Reporte; Resumen del Informe Trimestral del Banxico (IV/15)

El Banco de México emitió su Informe Trimestral de actividades

correspondiente al periodo de octubre a diciembre de 2015. Es una lectura muy ilustrativa respecto a 

lo que está sucediendo ahora en la economía de México y el mundo. A continuación se presenta un 

resumen del mismo:

En congruencia con su mandato constitucional, la conducción de la política monetaria por parte del 

Banco de México se ha enfocado en procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda 

nacional, observando en todo momento que esta se alcance al menor costo posible para la sociedad 

en términos de actividad económica. Los esfuerzos que ha realizado este Instituto Central para lograr 

obtener un entorno de inflación baja y estable en México, contribuyeron a que en los primeros meses 

de 2015 la inflación general convergiera a la meta permanente de 3 por ciento y, desde mayo de ese 

año, se ubicara por debajo de la misma, cerrando 2015 en 2.13 por ciento, nivel mínimo histórico 

desde que se mide el INPC. A lo anterior también coadyuvaron el entorno de holgura prevaleciente en 

la economía, así como los efectos directos e indirectos que sobre la inflación han tenido las 

reducciones en los precios de los insumos de uso generalizado, tales como las materias primas, los 

energéticos y los servicios de telecomunicación, estos dos últimos resultado en buena medida de la 

implementación de las reformas estructurales. El comportamiento favorable de la inflación observado 

durante 2015 ocurrió a pesar de la depreciación que experimentó la moneda nacional, misma que 

hasta el momento solo se ha reflejado en los precios de algunas mercancías que han aumentado de 

manera pausada y gradual, sin dar lugar a efectos de segundo orden sobre el proceso de formación 

de precios de la economía.

Durante 2015 e inicios de 2016, en el ámbito interno predominó un crecimiento económico moderado, 

sin que se presentaran presiones de demanda agregada sobre los precios y con un sólido anclaje de 

las expectativas de inflación. No obstante, el entorno internacional que ha enfrentado la economía 

mexicana se ha caracterizado por una notoria debilidad por varios años en el ritmo de expansión de 

los niveles de actividad global, generando continuas revisiones a la baja en las expectativas de 

crecimiento. Asimismo, durante 2015 se registraron episodios recurrentes de volatilidad financiera, 

una continua tendencia a la baja en el precio del petróleo y un alto grado de incertidumbre acerca del 

momento y el ritmo con el que se normalizaría la postura monetaria en Estados Unidos. Esto último a 

su vez contrastaba con las expectativas de un mayor grado de estímulo monetario por parte de la 

mayoría del resto de las economías avanzadas. Este entorno adverso se recrudeció aún más en las 

primeras semanas de 2016. En efecto, si bien en diciembre del año anterior se llevó a cabo el primer 

ajuste al objetivo para la tasa de fondos federales de la Reserva Federal, lo cual disipó 

transitoriamente un elemento de incertidumbre en los mercados financieros, a inicios de 2016 se 

reforzó la tendencia a la baja en el precio internacional del petróleo, al tiempo que se observaron 

manifestaciones claras acerca de las dudas que existían en torno a las perspectivas de crecimiento y 

a la eficacia de las políticas económicas adoptadas en China. Asimismo, continuó prevaleciendo la 

expectativa de una marcada divergencia en las posturas monetarias de las economías avanzadas, 

aun ante la anticipación de que la normalización de la política monetaria en Estados Unidos sería más 

gradual, lo cual continuó elevando el valor del dólar estadounidense respecto de otras monedas, 

especialmente de economías emergentes.

Todo lo anterior redundó en un nuevo incremento de los niveles de aversión al riesgo y de volatilidad 

en los mercados financieros internacionales, dando lugar a depreciaciones generalizadas de las 

monedas de economías emergentes, así como a un deterioro de sus indicadores de riesgo soberano. 

Esto último, en parte, reflejó las señales de vulnerabilidad de algunos países emergentes importantes, 

tales como China, Brasil y Rusia. La referida volatilidad aumentó significativamente en la primera 

mitad de febrero, al tiempo que el entorno externo que enfrentó la economía mexicana siguió 

deteriorándose. En este contexto, la moneda nacional continuó depreciándose, no únicamente como 

respuesta a factores que conducen a una depreciación del tipo de cambio real, tales como la caída en 

el precio del petróleo, sino también como resultado de la presencia de mecanismos de operación en 

los mercados financieros que tendieron a amplificar la respuesta negativa de la moneda nacional ante 

el entorno prevaleciente. Así, en las primeras semanas de 2016 el peso presentó una depreciación 

más marcada a la que ya se había observado en el cuarto trimestre de 2015, a pesar de que la 

Reserva Federal mantuvo sin cambios la tasa de fondos federales en su decisión de enero.

En este contexto, en cada una de sus decisiones de política monetaria, la Junta de Gobierno ha 

procurado balancear cuidadosamente la posible influencia que podrían tener tanto los factores 

internos, como los externos, sobre la inflación y sus expectativas, con el objeto de evitar que los 

distintos eventos mencionados anteriormente pusieran en riesgo el cumplimiento de la meta del 

Banco Central. Así, durante gran parte de 2015 el Banco de México mantuvo la tasa de referencia de 

política monetaria sin cambio en 3 por ciento, nivel históricamente bajo para dicha tasa. No obstante, 

ante el primer aumento de la tasa de fondos federales por parte de la Reserva Federal, la Junta de 

Gobierno del Banco de México, en su reunión de política monetaria del último mes de ese año, 

decidió realizar un ajuste al alza de 25 puntos base en el objetivo para la tasa de interés de 

referencia. De este modo, tomando en cuenta la integración y apertura comercial y financiera de 

México con el exterior y, particularmente, con Estados Unidos, el Instituto Central buscó evitar que el 

diferencial de las tasas de interés ajustado por riesgo con Estados Unidos se comprimiera. Por su 

parte, en su reunión del 4 de febrero, al igual que la Reserva Federal y considerando que el escenario 

central sobre el comportamiento de la inflación para el corto y el mediano plazo continuaba siendo 

congruente con la convergencia de esta a la meta permanente, decidió mantener sin cambio dicho 

objetivo. No obstante, a partir de esa reunión de política monetaria, la volatilidad en los mercados 

financieros internacionales se exacerbó y el entorno externo que enfrentó la economía mexicana 

siguió deteriorándose. Lo anterior tuvo un impacto negativo adicional sobre la cotización de la 

moneda nacional, aumentando con ello la probabilidad de que surgieran expectativas de inflación que 

no estuvieran en línea con la consolidación del objetivo permanente de 3 por ciento. Ante ello, en una 

reunión extraordinaria, la Junta de Gobierno decidió el 17 de febrero incrementar en 50 puntos base 

el objetivo para la tasa de interés de referencia a un nivel de 3.75 por ciento. Dicho ajuste formó parte 

de un conjunto de medidas anunciadas en coordinación con la Secretaría de Hacienda y Crédito 

Público y la Comisión de Cambios con el propósito de contribuir a reforzar los fundamentos 

económicos del país y coadyuvar a anclar el valor de la moneda nacional. En particular, la Comisión 

de Cambios decidió suspender las subastas diarias de moneda extranjera, anunciando a su vez que 

en casos excepcionales podría intervenir discrecionalmente en el mercado cambiario, ratificando que 

el elemento clave para procurar el anclaje de la moneda nacional sería la preservación de 

fundamentos macroeconómicos sanos. En ese contexto se debe evaluar el aumento en el objetivo de 

la tasa de interés de referencia, y el recorte de gasto anunciado por la Secretaría de Hacienda y 

Crédito Público por 132.3 miles de millones de pesos.

El escenario macroeconómico previsto por el Banco de México considera lo siguiente:

Crecimiento del Producto: Durante 2015, la economía mexicana registró un desempeño 

ligeramente más favorable del que anteriormente podía apreciarse. Así, el PIB de 2015 en su 

conjunto registró un crecimiento de 2.5 por ciento, cifra ligeramente por encima del límite superior del 

intervalo de pronóstico previsto en el Informe anterior. No obstante, para 2016 y 2017 se prevé un 

entorno externo más complejo que el previsto en el Informe anterior. En particular, se estima un 

menor dinamismo de la demanda externa respecto a lo previamente anticipado, principalmente ante 

la revisión a la baja en los pronósticos para la actividad industrial de Estados Unidos y la 

desaceleración en la actividad económica mundial. Así, para 2016 el intervalo de pronóstico para el 

crecimiento del PIB de México se revisa a la baja con respecto al Informe anterior, de uno de entre 

2.5 y 3.5 por ciento, a uno de entre 2.0 y 3.0 por ciento. De manera similar, para 2017 se ajustan las 

previsiones para ubicar la tasa de expansión del PIB entre 2.5 y 3.5 por ciento, en comparación con el 

intervalo de 3.0 a 4.0 por ciento en el Informe previo.

Las previsiones anteriores toman en cuenta que los ajustes anunciados el 17 de febrero refuerzan los 

fundamentos económicos del país. En particular, estos ajustes contribuirán a dar confianza a los 

inversionistas respecto al compromiso de México de mantener un marco macroeconómico sólido y de 

su capacidad para actuar oportunamente ante las dificultades del entorno externo.

Empleo: En congruencia con el ajuste en los pronósticos de actividad económica, se revisan a la baja 

las expectativas para el crecimiento del número de puestos de trabajo afiliados en el IMSS. Para 

2016, se espera un aumento de entre 610 y 710 mil puestos (aumento de entre 630 y 730 mil plazas 

laborales en el Informe anterior). Para 2017, se espera un incremento de entre 650 y 750 mil plazas 

laborales (intervalo de 660 a 760 mil plazas laborales en el Informe precedente).

Cuenta Corriente: En 2015, la balanza comercial registró un déficit de 14.5 miles de millones de 

dólares (1.3 por ciento del PIB). El déficit de la cuenta corriente alcanzó 32.4 miles de millones de 

dólares (2.8 por ciento del PIB), cifra que se compara con la de 24.8 miles de millones de dólares (1.9 

por ciento del PIB) en 2014. El cambio entre el saldo de la cuenta corriente en 2014 y en 2015 se 

explica fundamentalmente por el deterioro en la balanza petrolera (la cuenta corriente excluyendo la 

balanza petrolera presentó un déficit de 2.0 por ciento del PIB en 2014, cifra similar a la observada en 

2015). Para 2016, se anticipan déficits en la balanza comercial y en la cuenta corriente de 12.0 y de 

30.3 miles de millones de dólares, respectivamente (1.2 y 2.9 por ciento del PIB, en el mismo orden). 

Para 2017, se prevén déficits en la balanza comercial y en la cuenta corriente de 13.1 y 33.5 miles de 

millones de dólares, respectivamente (1.2 y 2.9 por ciento del PIB, en el mismo orden).

Las previsiones de crecimiento indican que no habrá presiones provenientes de la demanda 

agregada sobre la inflación ni sobre las cuentas externas. Así, se anticipa que la brecha del producto 

se mantenga en terreno negativo en el horizonte de pronóstico.

El escenario de crecimiento para el PIB de México está sujeto a diversos riesgos. Entre los riesgos a 

la baja más importantes destacan los siguientes: i) una actividad industrial de Estados Unidos incluso 

menor que la esperada; ii) que los precios del petróleo no se recuperen; y, iii) que se acentúe todavía 

más la volatilidad en los mercados financieros. Entre los riesgos al alza destacan: i) una actividad 

industrial de Estados Unidos mejor a la esperada, lo que aunado a un ajuste más ordenado del tipo 

de cambio real, lleve a un incremento significativo de nuestras exportaciones no petroleras; y, ii) que 

la implementación de las reformas estructurales tenga efectos más favorables y en un menor plazo 

sobre la inversión.

Inflación: Se anticipa que en 2016 la inflación general anual aumente y que alcance temporalmente 

niveles ligeramente superiores a 3 por ciento entre el segundo y el tercer trimestre, para luego cerrar 

el año cerca de dicho nivel. Esta trayectoria considera el desvanecimiento de los choques de oferta 

favorables que tuvieron lugar a principios de 2015, los ajustes en precios relativos derivados de la 

depreciación cambiaria, así como el cambio en la determinación de los precios de la gasolina y, en 

consecuencia, en su estacionalidad, la cual implicaría precios más altos de este combustible durante 

el segundo y tercer trimestre, pero más bajos durante el primer y cuarto trimestre del año. En el caso 

de la inflación subyacente anual, se espera que aumente gradualmente a lo largo del año como 

resultado del ajuste en precios relativos mencionado, para también finalizar 2016 en niveles cercanos 

a 3 por ciento. Para 2017, se prevé que tanto la inflación general, como la subyacente, se estabilicen 

alrededor del objetivo permanente de inflación. Cabe señalar que esta previsión no significa un 

deterioro generalizado en el proceso de formación de precios, sino que refleja los efectos esperados 

sobre la inflación de los factores antes mencionados. La previsión para la trayectoria de la inflación 

podría verse afectada por algunos riesgos, entre los que destacan los siguientes. Al alza: i) que 

retorne la depreciación de la moneda nacional, lo cual pudiera llegar a contaminar las expectativas de 

inflación y conducir a aumentos de precios de los bienes no comerciables; y, ii) un dinamismo de la 

actividad económica mayor al anticipado, lo cual podría conducir a que la brecha del producto se 

cierre más rápido que lo previsto. No obstante, se estima que dicho riesgo se materializaría 

gradualmente. A la baja: i) que como resultado de las reformas estructurales, algunos insumos de uso 

generalizado, tales como los servicios de telecomunicación y los energéticos, exhiban bajas 

adicionales en sus precios; y, ii) que se revierta cuando menos parte de la depreciación reciente de la 

moneda nacional, como ya ha venido sucediendo.

Considerando lo expuesto en el presente Informe, el 17 de febrero la Junta de Gobierno aclaró que, si 

bien su última decisión de política monetaria no inicia un ciclo de contracción monetaria, hacia 

adelante permanecerá atenta al comportamiento de todos los determinantes de la inflación y de sus 

expectativas para horizontes de mediano y largo plazo, en especial al del tipo de cambio y su posible 

traspaso a los precios al consumidor. Asimismo, sostuvo que se mantendrá vigilante de la posición 

monetaria relativa entre México y Estados Unidos, sin descuidar la evolución de la brecha del 

producto. Todo ello con el fin de estar en posibilidad de tomar medidas con toda flexibilidad y en el 

momento en que las condiciones lo requieran, para consolidar la convergencia eficiente de la inflación 

al objetivo de 3 por ciento.

Ante el aumento en la volatilidad en los mercados financieros internacionales y el deterioro en el 

entorno externo que enfrenta la economía de México, las autoridades mexicanas actuaron el 17 de 

febrero de 2016 de manera oportuna y coordinada con el objeto de aplicar la serie de medidas de 

ajuste mencionadas más arriba que contribuyeran a reforzar los fundamentos macroeconómicos del 

país. El hecho de que la reacción de las autoridades haya sido rápida ante las condiciones más 

desfavorables y coordinada entre las distintas instituciones del Estado mexicano permitirá que las 

medidas sean más efectivas para lograr simultáneamente garantizar la estabilidad financiera del país 

y generar un entorno más propicio para un crecimiento económico más elevado.

Adicionalmente, se recalca la importancia de contar con fuentes de crecimiento internas, 

particularmente en un contexto de debilidad económica mundial y bajo volumen de comercio global. 

De implementarse adecuadamente, y en adición a los beneficios directos sobre el bienestar de la 

población mexicana, las reformas estructurales permitirían distinguir aún más a la economía 

mexicana de otros países emergentes y consolidar un mayor ritmo de crecimiento en el mediano 

plazo. De manera relacionada, y como se ha señalado en Informes previos, es necesario fortalecer el 

estado de derecho y garantizar la seguridad jurídica. Ello permitiría potenciar el efecto sobre el 

crecimiento que las reformas estructurales tengan, además de directamente atraer mayor inversión al 

país.

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