COLUMNA: La preocupante precarización del empleo en México.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) dio a conocer el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) correspondiente al cuarto trimestre de 2017, y los resultados que arroja indican que la precariedad del empleo en México aumentó derivado del grado de retroceso en materia de ingresos promedio en el último año.

El reporte del CONEVAL indica que el ingreso laboral per cápita real mostró una disminución anual de -2.5% entre el cuarto trimestre de 2016 y el cuarto trimestre de 2017, al pasar de $1,711.62 a $1,669.31 pesos. Como consecuencia, la población con un ingreso laboral inferior a la línea de bienestar mínimo aumentó de 40.0% a 41.0% entre el periodo señalado. ​

De esta manera, con este incremento, se revirtieron los avances observados durante 2016, que habían sido resultado de una baja inflación. Concretamente tenemos que la explicación de este aumento en la población con un ingreso laboral inferior a la línea de bienestar mínimo radica principalmente en un aumento del valor de la canasta alimentaria de 9.0% en zona urbanas y 8.7% en zonas rurales en este periodo; así como por una disminución en el ingreso laboral real de -2.5% anual en este periodo.

No obstante, durante el cuarto trimestre de 2017, se redujo el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria, de 41.8 a 41.0%, derivado de un incremento en el número de ocupados en los estratos socioeconómicos de menores ingresos. Estos deberían alarmarnos ya que es muy preocupante que en México 4 de cada 10 trabajadores no tenga el ingreso suficiente para adquirir lo mínimo indispensable para alimentarse adecuadamente.

Estas cifras van en línea con las reportadas recientemente por el INEGI en relación a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) correspondientes al último trimestre de 2017. Tenemos que entre el cuarto trimestre de 2012 y el mismo trimestre de 2017, la población ocupada en México aumentó en 4.043 millones, pero el problema es que los que ganan menos de un salario mínimo (s.m.) al día aumentaron en 1.557 millones, los que perciben de 1 a 2 s.m. crecieron en 2.970 millones, mientras que los que ganan de 2 a 3 s.m. disminuyeron en -198 mil, los que ganan de 3 a 5 s.m. decrecieron en -712 mil y los que perciben más de 5 s.m. disminuyeron en -1.494 millones. Las cifras del INEGI son terribles porque indican que en México sólo el 4.6% de la población ocupada ganaba más de 400 pesos al día en el cuarto trimestre de 2017.

En base a estimaciones de GAEAP, tenemos entonces que la persona ocupada promedio en México pasó de ganar 2.43 s.m. al día en el cuarto trimestre de 2012 a percibir apenas 2.16 s.m. al día en el último trimestre de 2017. Al tomar en cuenta el salario mínimo vigente en cada año vemos entonces que en términos nominales la percepción promedio en México pasó de 146.77 pesos en el cuarto trimestre de 2012 a 173.07 pesos promedio en el cuarto trimestre de 2017, lo que representa un incremento de 17.9%. El problema es que la inflación en el mismo periodo fue de 21.5%, por lo que en términos reales la persona ocupada promedio en México gana en el cuarto trimestre de 2017 un 3.0% menos de lo que percibía en el último trimestre de 2012.

Con estos datos, ¿Cómo es posible que el gobierno nos esté recurrentemente presumiendo que el “buen” desempeño de la economía mexicana se debe al mercado interno? Pues lo que sucede es que el mercado interno en México crece simplemente porque cada vez hay más gente trabajando, no porque la gente esté ganando más dinero por su trabajo, lo que a su vez implica un estancamiento o deterioro del nivel de vida de la población.

¿A qué se debe la precarización del empleo en México? Desde luego que a muchas razones, entre las que destaca el hecho de que históricamente los salarios nominales han crecido a una tasa más baja que la inflación. Pero esta afirmación no explica las causas del fenómeno, por lo que a continuación explicaré solo dos de ellas: el escaso crecimiento de la productividad ocasionado por un sector informal extendido por toda la economía y un aperturismo comercial carente de estrategia que ha ocasionado que los sueldos de miseria que se pagan en algunas naciones  asiáticas sean el referente para los salarios en México.

Respecto al estancamiento de la productividad, tenemos que de acuerdo con el INEGI, el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía creció en el periodo del tercer trimestre de 2012 al mismo trimestre de 2017 en apenas 4.9%, lo que equivale a un aumento promedio anual de apenas 0.96% en los últimos cinco años. Y respecto al año pasado, tenemos que éste índice creció apenas 0.6% en el periodo del tercer trimestre de 2016 al mismo trimestre de 2017.

La teoría económica establece claramente que una condición indispensable para que aumenten los salarios sin generar presiones inflacionarias es a través de aumentos en la productividad, lo que implica que las personas produzcan más con los mismos recursos. En este sentido, es muy importante que haya inversión productiva que se traduzca en un mayor stock de capital de manera que la población ocupada tenga más y mejores herramientas y máquinas para trabajar. En México la inversión fija bruta creció apenas 3.4% entre 2012 y 2017, lo que equivale a una tasa promedio anual de solo 0.67% en los últimos cinco años. Es así que no debe sorprendernos el escaso crecimiento de la productividad cuando la inversión fija bruta apenas si ha crecido. ¿A qué se debe el estancamiento de la inversión productiva en México? Entre las múltiples razones a los escasos incentivos fiscales que se le dan a las empresas para que inviertan.

El otro factor que limita el crecimiento de los salarios en México tiene que ver con nuestro aperturismo comercial y la concentración de los canales de distribución de los productos para su venta en cada vez menos jugadores. Sucede que si un fabricante en México desea pagarle mejores sueldos a sus trabajadores, esto repercutirá en su costo de producción y entonces, al enfrentar  la competencia de fabricantes en países como Bangladesh (en donde se pagan sueldos de miseria), pues los comercializadores en México le dejan de comprar a los fabricantes nacionales y optan por proveedores asiáticos.

Es así que importamos indirectamente los bajos sueldos de otras naciones, porque si en México se pagaran salarios más altos tendríamos productos más caros que nuestras contrapartes en Bangladesh y Vietnam, y entonces los fabricantes nacionales ya no tendrían a quien venderle sus productos. Si a esto le sumamos los problemas del contrabando y subvaluación en las aduanas del país, pues el problema es aún más grave.

Es así que la estrategia del gobierno federal desde hace muchos años ha sido una en la que se abren las fronteras, bajando aranceles, buscando así que con la competencia del exterior, los productores mexicanos ofrezcan sus productos con precios más bajos. Pero la realidad es que este modelo ha ocasionado que los márgenes de rentabilidad de las empresas en México caigan y se limiten las posibilidades de subir sueldos en México.

A manera de conclusión podemos señalar que el tener un elevado porcentaje de población ocupada recibiendo salarios tan bajos, de manera que no pueden comprar la canasta alimenticia básica, es un caldo de cultivo para muchos problemas adicionales. Es indispensable replantear nuestro modelo económico buscando el incremento sostenido de la inversión productiva y la capacitación laboral; de igual forma, debemos ser muy cuidadosos en nuestra estrategia comercial ya que si bien esta hace que los productos en México sean más baratos, esto se ha dado a costa de sacrificar los ingresos de la población ocupada. ¿De que sirve tener productos baratos si igual la mayoría de la gente gana tan poco que no los puede comprar? 

Director General GAEAP*
alejandro@gaeap.com
En Twitter: @alejandrogomezt

 

 

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